Pláticas sobre una Reforma Educativa

José Solano Solano

10 de Setiembre de 2013

Lo bonito de sentarse a comer entre colegas educadores es que a veces, de pura casualidad (y en el mejor de los casos), surgen pláticas sobre los problemas de la educación costarricense. Esto es bueno, al menos escucharlo, porque opinar significa la inmediata exclusión de los miembros de la conversación, debido a ideas que pueden parecer un tanto radicales. Por lo tanto, una lectura atenta de las circunstancias y del discurso que se entreteje, dejan entrever grandes falencias sobre lo que debería ser una reforma educativa o, mejor aún, un proceso revolucionario que transforme el sistema por completo.

 

En otra ocasión hablé sobre la reforma educativa de Leonardo Garnier, la cual tiene un enorme déficit sobre puntos muy concretos, pero que él cree que son fabulosos [1]. Ahora, esto se puede deber a una visión propia desde la pedagogía radical y no del sistema en el que emerge la política educativa, por lo tanto termina siendo muy subjetivo, aunque la materialidad de los hechos tampoco ha significado grandes transformaciones. Sea cual sea la realidad, las deficiencias en el programa reformista del actual ministro de educación son evidentes para cualquiera que tenga tres dedos de frente.

 

Pero he de centrarme en las Ciencias Sociales, siendo esta mi área de estudio. Como decía, pues, el escuchar a un colega que estudió lo mismo, junto al jefe que no es de esta rama del conocimiento, pero que se ha leído uno que otro libro de historia, plantea una serie de interrogantes que es necesario elaborar. ¿Qué reforma se quiere en los Estudios Sociales? ¿Qué metodología ha de seguirse? ¿Cuál es la base curricular que deberá replantearse? ¿Y los contenidos? ¿Y la evaluación?

 

Pues bien, por todos es sabido que esta área de estudio es muy sensible para la política oficial, por ende, la más manoseada por el poder. La reforma ideal debería pasar por un replanteamiento absoluto de los Estudios Sociales. Primero que todo, la intencionalidad del currículum. Como educadores, al menos los que han tomado consciencia de la importancia que tienen los Estudios Sociales, marcan una línea ideológica desde el currículum oculto, con el fin de llevar ese mensaje alternativo de indignación y esperanza. Sin embargo, una revolución educativa debe ser explícita en la formación de un hombre y mujer nuevos, que rompan y trasciendan el poder hegemónico. Esto ha de ser trascendental en el marco de una sociedad cambiante que aspira a un modelo alternativo de país.

 

Desde el punto de vista metodológico, es necesario plantear nuevas estrategias, no sólo desde el autoaprendizaje, la lectura, el debate y el análisis de los procesos histórico-geográficos desde una perspectiva social, para romper con las viejas estructuras, por medio de la deconstrucción y reconstrucción de la realidad a través del diálogo y la acción de transformación. Mas para esto, es fundamental el cambio evaluativo y aquí no ha de decirse algo nuevo. Las pruebas sumativas sólo miden la memoria, no la forma de obtener el conocimiento. El avance por procesos, a su vez, vendría a hacer una evaluación más personalizada, donde, desde el colectivo que forma parte de la educación, se formulan estrategias de adquisición del conocimiento por medio de la intervención de todos y para todos. La autoevaluación y la coevaluación de los sujetos de la educación deben prevalecer, no como números, sino como intercambio de ideas, de críticas constructivas.

 

Los contenidos deberían construirse entre todos, no deberían ser una receta medicada por un ente centralizado. Aquí, por tanto, es fundamental la contextualización local de la educación. Esta debe fortalecerse desde la realidad inmediata de la población: ya sea en el campo o la ciudad, acorde a las necesidades del trabajo social, enfocarse hacia las áreas de la moral, la ética y el pensamiento, el trabajo y la actividad física y artística para el crecimiento de la comunidad y de la personalidad del individuo. Esto ha de darse en un ambiente de igualdad y de cooperación entre los educadores y los educandos.

 

Hay cosas que se pueden profundizar más (y se debe), pero hay temas neurálgicos en los que se puede ir avanzando como sociedad, con las características propias que tiene el país, la descentralización es una de ellas, pero esta debe ser sistematizada y con los recursos necesarios que eviten la brecha institucional. En un primer momento, se podría empezar por la contextualización curricular, esta es una de las tareas que más urgen para romper con la odiosa homogenización cultural. Hay otros aspectos de tipo administrativo que deben ser abarcados, tales como la toma de decisiones a nivel circuital y regional, mismas que deberían pasar por el filtro de los Consejos de Profesores – Administrativos. Son solo ideas para una reforma, mas para un proceso revolucionario de la educación el reto es superior y solo puede partir de la concienciación social y de un cambio total de las estructuras política y económica, y paralela a este.

 

Notas

 

[1] Solano, José (2013). La educación subversiva de Leonardo Garnier. ¿De qué lado dormirá? EquipoCritica.org, 28 de enero de 2013. Consultado en: http://www.equipocritica.org/reflexion-editorial/editoriales-anteriores/la-educacion-subversiva-de-garnier-de-que-lado-dormira/ 

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