Una asamblea constituyente en la oscuridad de los tiempos actuales

José Solano Solano

8 de Enero de 2017

Finalmente el Tribunal Supremo de Elecciones dio luz verde para la recolecta de un aproximado de 170 mil firmas, con el fin de convocar a una asamblea constituyente en Costa Rica. Este proyecto pretende reformar sustancialmente la actual constitución política, lo que en su naturaleza implica realmente la creación de una totalmente nueva, la cual, según sus proponentes, esté adaptada “a las necesidades, las aspiraciones, los principios y los valores de los tiempos actuales”, según reza en su artículo 1.

 

Cabe preguntarse lo que significa ese juego de palabras en las intenciones de Alex Solís Fallas y el grupo de trabajo que está detrás de dicho proyecto. Por ahora baste recordar que esta no es la primera vez que existe un intento de convocar a una asamblea constituyente con el fin de crear una nueva carta magna en el país. Esa idea ya había sido barajada a finales de 2008 por el entonces ministro de la presidencia Rodrigo Arias Sánchez [1] durante la administración de su hermano (2006-2010). Por lo tanto, se trata de un proyecto fuertemente impulsado por el Partido Liberación Nacional, aunque este último intento encuentra también algunos adeptos entre corrientes conservadoras y liberales de la política nacional. Por ende, hasta el momento no podría decirse que existe una relación directa entre uno y otro proyecto constituyente.

 

En contexto

 

¿Pero qué plantea el actual documento que se presentó para que se convoque a una asamblea constituyente mediante un referéndum? Lo primero que destaca es su artículo 1 el cual, como se dijo, plantea que la constitución política se adapte a los tiempos actuales. ¿Pero qué son los tiempos actuales en Costa Rica? Primero que todo, puesto que el país no está aislado del mundo, es fundamental insertar al estado dentro de la corriente geopolítica, económica y social que se está gestando a nivel global, especialmente desde los últimos quince años, de esta forma se puede tener un panorama general del acontecer mundial.

 

Por un lado, la lucha contra el terrorismo está en un auge preocupante que ha venido a reforzar las llamadas “medidas de seguridad nacional” [2], lo cual se ha convertido en muchos países del mundo en la excusa perfecta para crear leyes más estrictas y represivas en contra de los derechos fundamentales, empezando por los Estados Unidos y trasladándose el modelo de la USA Patriot Act a todos los demás países del mundo, donde los casos español [3] y chileno [4] destacan por su implacabilidad, no en contra del terrorismo, sino en contra de los derechos de sus habitantes. También a nivel político se ha dado un crecimiento y repunte del movimiento fascista a nivel internacional, desatado principalmente por la crisis económica, especialmente en los países europeos [5], cuya manifestación directa ha sido el mayor flujo migratorio y las medidas de choque que promueven los organismos financieros en detrimento de los trabajadores.

 

Por otro lado, en el plano económico, la crisis de 2008, secuela de la crisis asiática de finales de los noventa, la mala administración interna y el manejo de una política externa altamente costosa (pero que alimentaba ilusiones como lo sería la burbuja inmobiliaria) de la presidencia de George W. Bush, conllevó a una agudización de las diferencias sociales en el orbe (manifestadas en el aumento de la migración económica y política) y a un aumento en la conflictividad bélica motivada principalmente por el control de las riquezas minerales (petróleo, gas natural, elementos radiactivos, agua) en África y Medio Oriente.

 

¿Cómo se expresa esta realidad en Costa Rica? El país viene concretando de forma bastante efectiva un conjunto de reformas al llamado estado social de derecho en franco beneficio del sector económicamente poderoso nacional y transnacional. Esto es producto de la estrategia económica impulsada por los grandes organismos financieros, las corporaciones y, por supuesto, por el instrumento del Estado (tanto Costa Rica como Estados Unidos principalmente) para imponer estas medidas que han venido aumentando la desigualdad social desde hace unos treinta años. De esta forma, y tal como está ocurriendo en otros puntos del planeta, este tipo de acciones van generando una conflictividad social mayor, lo que justifica la criminalización de la protesta y el descontento social a través de leyes más severas (como las antiterroristas) y, por tanto, un desbordamiento de los sentimientos fascistas que se sienten amenazados ante las consecuencias de esas desigualdades a nivel mundial y local.

 

En resumen, lo que se está gestando en esas ambiguas necesidades, aspiraciones, principios y valores de los tiempos actuales no es alentador por cualquier lado que se le mire. Un Estado con un aparato cada vez más represor e impune, y una economía liberal que busca el descalabro social a toda costa, torna el panorama bastante oscuro. A esto debe sumársele un movimiento social diluido, confuso, debilitado y raquítico desde todas las fuerzas que lo conforman, lo cual da chance a esta recomposición de la reacción política más recalcitrante (liberal, patriarcal, homofóbica, xenofóbica, represora y retrógrada).

 

Lo que quiere decirse es que, en el estado de cosas actual, las fuerzas que cuentan con un poder de acción realmente activo, son aquellas dominadas por agentes reaccionarios que buscarían permear sus ideas retrógradas en un nuevo proyecto constituyente, piénsese por ejemplo en los sectores controlados por los partidos tradicionales como Liberación Nacional, el cual está reagrupándose de cara a las elecciones tras una arrasadora victoria en las alcaldías, lo cual podría indicar una victoria en el proceso venidero. Otro grupo inquietante es el religioso, el cual podría estar empezando a movilizar toda su poderosa maquinaria alienante en contra de luchas que ya llevan algún camino recorrido, tal es el caso de los derechos de la población LGBTI, aborto, estado laico, educación sexual científica, género, entre otros. Y por supuesto, ni qué decir de los grupúsculos más reaccionarios de la sociedad: los fascistas enclosetados y descarados, la oligarquía, el arismo, el servilismo imperial, los aparatos ideológicos y represivos del estado, los intereses transnacionales extractivistas y comerciales.

 

Frente a eso, existe un movimiento social que resiste a duras penas los embates de la violencia del Estado y del Capital, y va perdiendo terreno por la complicidad de una población dormida, enajenada y aletargada que, para colmo de males, son el grueso de los votantes actuales. Bajo estas condiciones de desigualdad de fuerzas, nada parece prometedor. A esto habría que sumar un pequeño factor esperanzador si se quiere: una chispa de consciencia que despertase en un amplio sector electoral que revierta el posible referéndum. Sin embargo, como se dijo, sería bastante hipotético y lejano un despertar de ese tipo, especialmente si se remonta a la nefasta experiencia del TLC en las urnas.

 

Ir a un referéndum es el peor de los errores que podría suceder. Y si se alcanza ese mecanismo de elección, sería mucho peor el resultado en la elección de los constituyentes, sea por desgaste, sea por falta de opciones. Desde todo ángulo que se mire, enarbolar la bandera del constitucionalismo en estos momentos implica un atentado a la raquítica democracia y al estado social de derecho que se sostiene sobre una pata coja. El humilde llamado es a boicotear la recolección de firmas, informando sobre los peligros que traería un proceso constituyente en el contexto actual. La unión de fuerzas debe darse a partir de ahora, para impedir que ese nuevo fraude se geste, que los mecanismos de ellos se impongan por encima de los intereses mayoritarios y que finalmente terminen imponiéndose los más oscuros y siniestros intereses de un grupúsculo, debilitando las luchas históricas o desapareciéndolas del todo, especialmente aquellas que hoy se gozan como derechos.

 

 Notas

 

[1] Rivera, E. (2008, 1 de diciembre). Rodrigo Arias aboga por convocar Asamblea Nacional Constituyente, La Nación. Recuperado de http://www.nacion.com/nacional/Rodrigo-Arias-Asamblea-Nacional-Constituyente_0_1016498437.html. Ver también Arrieta, E. (2016, 12 de febrero). Liberacionistas tienen proyecto para convocar una constituyente, La República. Recuperado de https://www.larepublica.net/noticia/liberacionistas_tienen_proyecto_para_convocar_una_constituyente

 

[2] Graf, A. (2001, 11 de noviembre). Guerra y represión: la 'USA-Patriot Act' recorta los derechos civiles y ataca las libertades fundamentales en EEUU so pretexto de garantizar la "seguridad nacional", CSCA Web. Recuperado de https://www.nodo50.org/csca/agenda2001/ny_11-09-01/legis-EEUU_12-11-01.html

 

[3] Roitman, M. (2015, 16 de abril). Ley Antiterrorista de España: Ejemplo para nadie, Punto Final. Recuperado de http://www.grupotortuga.com/Ley-Antiterrorista-de-Espana. Esta ley data de 1984, pero se ha intensificado su aplicación en los últimos quince años tras los atentados de Atocha.

 

[4] Molina, P. (2014, 1 de agosto). Los problemas de Chile y su ley antiterrorista, BBC Mundo. Recuperado de http://www.bbc.com/mundo/noticias/2014/08/140801_chile_ley_antiterrorista_nc. En el caso de esta ley, debe recordarse que data de la era Pinochet, sin embargo empezó a utilizarse a partir de 2001, principalmente contra el pueblo mapuche. Curiosamente se promulgó el mismo año de la española.

 

[5] Mohorte (2016, 12 de enero). ¿Por qué está volviendo el fascismo?, Magnet. Recuperado de https://magnet.xataka.com/en-diez-minutos/por-que-esta-volviendo-el-fascismo

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